López Obrador sigue siendo un peligro…para Peña Nieto y la clase política

Fabiola Cortés Miranda

Lo volvió a hacer. Andrés Manuel López Obrador convocó y la gente acudió a la cita. Los agoreros del sistema, los llamados “líderes de opinión”, esos que cada vez van perdiendo más adeptos, y que por seguir conservando sus privilegios son capaces de gritar a los cuatro vientos lo que sea, fallaron en sus pronósticos de una plaza semi vacía, de un Andrés Manuel desinflado y sin poder de convocatoria.

Fueron 50 mil, según el reporte de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal, un número de personas que ningún otro político o gobernante puede congregar por su voluntad, sin acarreos o sin presiones. Las avenidas Juárez, Balderas y el Eje Central quedaron atestadas de gente que está harta, que está cansada. Los 50 mil son la representación de muchos otros que no están en la Ciudad de México, que viven en cualquier lugar del país y que ya no aguantan más. También estuvieron personajes convencidos de la causa obradorista del tamaño de la escritora Elene Poniatowska y del actor Damián Alcazar.

A la marcha de Andrés Manuel, convocada por todos los medios y a la que apenas se dio espacio en las grandes televisoras, en la radio y en los periódicos llamados de circulación nacional se quiere oponer el fastuoso anuncio de la Reforma Fiscal del presidente Enrique Peña Nieto, el condescendiente, el que no aplicará IVA en alimentos y medicinas.  

El “sistema”, con sus viejos estilos, quiere borrar la imagen de hoy, la de las calles atestadas del pueblo que no los quiere, del pueblo que los repudia, del pueblo que tampoco se siente querido por la clase política en el gobierno, por los priistas, por los panistas, por los perredistas que ya probaron los encantos del poder y los han traicionado con la justificación del “diálogo”, de la “negociación”.

Por eso, como lo anticipó AMLO, hoy, justo hoy y ningún otro día, Peña Nieto haría su “gran” anuncio… y lo hizo.

A la convocatoria de hoy, Enrique Peña Nieto, en representación del “estado”, responde con su Reforma Hacendaria, como quien quiere apagar un gran incendio con una cubeta de agua; valiéndose del apoyo y la lealtad que la gran mayoría de los medios de comunicación le brindan al detentor del poder, en turno; para que mañana la noticia no sea López Obrador, sino la Reforma Fiscal; para tratar de desdibujar del “consciente colectivo” la imagen de las calles tomadas por hombres, mujeres, jóvenes, ancianos; decenas de miles de personas que repudian el estratosférico y enfermizo enriquecimiento de la clase política, que no se puede creer ni entender de tan grotesco que es.

Pero también de ese tamaño es el miedo que está sintiendo el PRI y Peña Nieto, al anunciar su Reforma Hacendaria, el mismo día que el “peligroso” Andrés Manuel López Obrador realizó su manifestación.

Y para que no quede duda, el 22 de septiembre AMLO lo volverá a hacer… ese día ¿qué anunciará Enrique Peña Nieto…?

Roberto Borge, de pena y de vergüenza

El gobernador de Quintana Roo, Roberto Borge Angulo, de pena y de vergüenza; le bastaron dos años y medio para ganarse el repudio de la gente y hasta de la clase empresarial, que cómplice en público, lo desaprueba en privado.

En tiempo récord Borge Angulo endeudó como nadie al estado, en sólo un par de años, del 2011 al 2013, pasó el endeudamiento de Quintana Roo de 10 mil millones de pesos a 21 mil millones de pesos.

También como nunca antes había sucedido, en este joven estado, Roberto Borge ha utilizado el presupuesto de los municipios y las dependencias para cualquier cosa menos para lo que es.

El Gobernador de Quintana Roo se ha gastado el dinero de todos, de las dependencias, de las nóminas de las municipalidades, del Ramo 33, los recursos etiquetados de la federación, los de los programas para creadores, y hasta las cuotas de los maestros, esos a los que no puede darles la cara, esos de los que huía el viernes en sus camionetas blindadas, como leproso, como apestado, como ladronzuelo de comida que huye de una multitud hambrienta. De pena, de vergüenza.

De vergüenza no poder ni siquiera al Congreso a entregar su informe de Gobierno, y de pena no tener nada que informar… (fotos tomadas de sinembargomx)