Península de Yucatán en alerta por suicidios

La Península de Yucatán concentra las tasas más altas de suicidio del País.

Mientras que a nivel nacional se quitan la vida en promedio 5 por cada 100 mil habitantes, en Campeche la tasa llega 9.5, en Yucatán 9.3 y en Quintana Roo 9.2, según datos del INEGI.

Las autoridades estatales aún no han encontrado el patrón que explique el porqué de la escalada de suicidios en esta zona.

Las motivaciones registradas suelen ser las mismas que a nivel nacional: violencia física o psicológica en el interior de la familia o escuela, depresión, consumo de alcohol y otras drogas, pobreza o falta de empleo y enfermedades crónicas.

El ahorcamiento es el método más empleado en esta región, incluso en mayor proporción que a nivel nacional y con una particularidad.

La mayoría de quienes se ahorcaron utilizaron su hamaca, explica Mario Bacelis Centeno, jefe departamento de Investigación y Prevención del Suicidio del Gobierno de Yucatán.

"En Yucatán, 85 por ciento de los suicidios fue por ahorcamiento; de ellos, la mayoría, 85 por ciento, de los casos, las personas utilizaron una hamaca para quitarse la vida.

"Incluso, en esta zona, la gente no utiliza el término se suicidó, sino 'se ahorcó'", explicó Bacelis.

En Campeche ocurre algo similar, según datos estatales, 81 por ciento de los suicidas también recurre al ahorcamiento, seguido de intoxicación por herbicidas y por armas de fuego.

A nivel nacional, el ahorcamiento, estrangulamiento o sofocación se registra en 78.3 por ciento en hombres y 69.7 por ciento en mujeres.

De acuerdo con el secretario de Salud del Estado de Campeche, Alfonso Cobos Toledo, los tres municipios con mayores casos de suicidios a la fecha son: Carmen, Campeche y Champotón.

En 2013, dijo, en esta entidad se registraron más de 100 muertes por suicidio.

El 67 por ciento de los casos en esta entidad están relacionados con alcohol y 8 por ciento con otro tipo de drogas.

Alexis Herrera Aké, dirigente de la Unión de Jóvenes y Estudiantes Progresistas (UJEP) de Campeche, aseguró que el suicidio es una gran problemática en la entidad debido a que las autoridades campechanas aún no lo reconocen como un problema de salud pública.

Detalló que los jóvenes se quitan la vida por rupturas afectivas, problemas económicos y familiares, adicciones a sustancias nocivas, marginación social, aislamiento elegido o forzado, así como ataques a la dignidad individual, como el abuso sexual y el maltrato físico o psicológico.

Alis García de Ortiz, directora de la Asociación Salvemos una Vida de Yucatán, subrayó que el Estado mexicano ha fallado en la atención a los jóvenes, a quienes sólo contempló como una reserva eterna de fuerza de trabajo accesible sin contemplar políticas públicas de largo plazo con las que se cubrieran sus necesidades.

"Los jóvenes son uno de los grupos más vulnerables en materia de violencia, empleo y educación. Prueba de ello es que en México en la actualidad el 70 por ciento de los jóvenes no cuenta con un contrato laboral y solamente el 16 por ciento tiene acceso a los servicios de salud, según datos del Instituto Mexicano de la Juventud", planteó.

Por más de dos años, Brenda dejó de vivir.

La pérdida de su hijo Érik, "El Chaparro", de 12 años de edad, por suicidio, le quitó toda ilusión y deseo de lucha. En seis ocasiones intentó acabar con ella misma.

"Fallece mi hijo y se viene mi mundo abajo, totalmente. Yo no vivía, yo existía nada más; todo era automatizado, completamente", describe ella, quien habita en Mérida, Yucatán.

Cuando alguien fallece en esas circunstancias, relata, los otros integrantes de la familia convierten al doliente directo en una persona como de cristal, a quien no se debe molestar con el tema ni tocar.

"Temen herir, y lo que nosotros queremos es hablar, así sean 50 veces, créame que el dolor va a ir aminorando; en cambio ellos no, lo que ellos hacían era como barrer y poner la tierrita bajo la alfombra".

En este caso, se trata de una madre que se hizo cargo del sostenimiento del hogar desde que "El Chaparro" apenas era bebé, por abandono del padre.

Brenda recuerda que asistió y participó en un programa integral de atención al suicidio y de familiares sobrevivientes.

En ese núcleo conoció experiencias de otras madres con traumas similares: niños suicidas, cuya incidencia se ha disparado en los últimos años.

Refiere que hay quienes logran retomar las riendas de su destino en corto tiempo y otras demoran demasiado.

"Te marcan socialmente, pero sí se puede, es un tramo difícil, con ayuda se puede mucho más pronto, siempre y cuando la persona quiera, verdad", dijo.

"Primero, el suicidio lo ven como una vergüenza, socialmente hablando te marcan: chin, están medios locos o no sé, porque allí se suicidó alguien.

"Dos, el suicidio es multifactorial. No hay en sí algo que pueda decir: no, porque se suicidó el papá, se va a suicidar la mamá. Es imitativo, sí, pero no es genético, hasta ahorita está comprobado", citó. (Diario Reforma)