Para los ciudadanos, ¿Qué cambia con las elecciones en Quintana Roo?
Fabiola Cortés Miranda
Muy debajo
de las altas esferas políticas donde el nuevo reparto del poder le cambia
totalmente la vida a unos y otros, para bien y para mal; a nivel de piso, si
gana el PRI o el PAN, o el PRD la vida no cambia en casi nada, sobre todo
cuando los que gobiernan, como ha sido el caso de Quintana Roo, sean del
partido que sean, han demostrado que se encumbran con el único fin de enriquecerse
y de obtener todos los lucros y las ventajas posibles a través del robo de
recursos públicos y del abuso del poder.
Para
el tendero, el aseador de calzado, el dependiente, la cocinera de una fonda, el
vendedor, el desempleado, las amas de casa; para todos ellos, no cambiará nada después
del resultado de las elecciones del pasado 7 de julio, y probablemente ellos son
uno de los que no se molestaron en acudir a votar, porque no ven reflejado en
su vida un beneficio inmediato que los lleve a participar.
El
desgastado discurso de los organismos que se encargan de organizar las
elecciones, el IFE y los institutos locales, ya no permea en nadie, mucho menos
cuando existe una realidad que cada tres o seis años no se modifica para bien.
Cuando
el colectivo sabe de la cantidad de dinero, danza de cifras inimaginables e
imposibles de concebir, que se gasta para organizar las elecciones, “inversión”
que no se recupera porque al final de la jornada los candidatos que pierden, y
sus seguidores, ven con escepticismo el triunfo del que ganó; prefiere ni
siquiera participar; simplemente no le ve sentido.
El
consejero presidente del Instituto Federal Electoral, Leonardo Valdés Zurita, dio
a conocer una cifra insultante ante la extrema pobreza en la que viven decenas
de millones de mexicanos: durante los 90 días del proceso electoral, de campaña
específicamente, los partidos políticos gastaron diariamente alrededor de 28.6
millones de pesos. ¡A diario!.
En
un país con tantos pobres y donde sólo los políticos, la alta burocracia, los empresarios
de primer nivel, y los que se dedican a actividades ilícitas pueden presumir de
bonanza y estabilidad; estos números resultan un agravio, una ofensa.
Cuando
en un gobierno, así sea la Alcaldía del poblado más humilde de este país, se da
un cambio de partido, los que ganan son los hombres y las mujeres cercanas al
candidato, sus amigos, sus conocidos, y un poco más allá, los amigos de sus
amigos; quienes obtienen una plaza para laborar o un contrato de lo que sea, de
realización de obra o de prestación de servicios. Y eso no estaría tan mal, lo
que está mal, es que generalmente, detrás de estos negocios hay un lucro
indebido o una acción cuestionable que repercute en el menoscabo de las
finanzas públicas o lo que es lo mismo, los gobernantes utilizan el dinero a su
gusto y a su antojo.
En
Quintana Roo, el 68 por ciento de los ciudadanos, esto es casi 7 de cada 10 no votó,
y no lo hizo porque no pertenecían a esta estructura de la que hablo, porque si
gana el PRI o el PRD o el PAN, su vida continuará igual que siempre; porque no son
parte de ninguna base social de los partidos ni de las fuerzas reales,
sindicatos, lideresas, etc.
En Benito
Juárez donde se disputó con todo Cancún, la votación llegó a 39. 84 por ciento,
equivalente a que 187 mil 248 ciudadanos de 469 mil 997 que integraban la lista
nominal, acudieron a votar. Comparado con las elecciones locales del 2008, cuando
votó el 38.21 por ciento, en ese entonces equivalente a 139 mil 707 ciudadanos,
la “participación ciudadana” aumentó. Pero pongo entre comillas “participación
ciudadana”, porque en realidad numerosos grupos de votantes fueron obligados a
acudir a las urnas, bajo la advertencia de que de no hacerlo padecerían
consecuencias como el descuento en sus ingresos o la pérdida de beneficios. Fue
el caso de los taxistas de Cancún, más de 7 mil operadores.
En
Cancún y Playa del Carmen los trabajadores de los hoteles agremiados a los dos
poderosos sindicatos al servicio del PRI, la CROC y la CTM “facilitaron” el
cumplimiento de esta obligación, proporcionando transportación de los sitios
alejados a las zonas donde se realizaban las votaciones. En muchos casos, los empleados,
además de transportación, recibieron una “compensación” económica para votar
por el PRI; fue el caso de los trabajadores del hotel Barceló de la Riviera
Maya, según supe de manera directa por comentarios de los mismos. Y este hotel no fue la excepción, eso es
seguro.
Esta
es otra parte de los votantes que el pasado 7 de julio fueron a las urnas,
algunos cumplirían el acuerdo de sufragar por quien se les indicó mientras que
otros votarían según su libre albedrío.
De
los poco más de 405 mil sufragios que se contabilizaron en la elección de 10 presidentes
municipales, poco más de 18 mil 200
resultaron votos nulos; esta cifra supera en alrededor de cuatro veces el
número de votos que obtuvieron el Partido Verde Ecologista de México, el
Partido Nueva Alianza y los candidatos independientes.
En
el caso de la elección de diputados fue peor, los votos nulos fueron más de 21
mil 500, mientras que los votos totales fueron poco más de 408 mil. Pero
igualmente los dos partidos minoritarios y los candidatos independientes se
quedaron muy lejos de la cifra de votos nulos.
Lo
que significa que un número importante de personas acudió a las urnas sólo con
el objetivo de manifestar su desacuerdo con los actuales políticos.
En
estas elecciones, en términos de madurez política y participación ciudadana, Quintana
Roo se quedó al nivel de Hidalgo, estado conocido por su milenario cacicazgo, y
donde el PRI sí se llevó el carro completito, sin dejar ni una sola diputación,
para ningún partido de la oposición. Aquí, únicamente el Distrito VI de Cozumel
le fue arrebatado al PRI por una empresaria que concursó bajo las siglas del
PAN. El único espacio ganado por la
oposición de los 10 municipios y 15 diputaciones disputadas.
Hidalgo
es uno de los estados más castigados por el hambre, con una importante
población indígena y rural, de los más rezagados en términos educativos, con un
territorio amplio y grandes zonas ricas en recursos naturales, pero otras
sumidas en la más asfixiante de las sequías, y es una entidad exportadora de
migrantes. En nada se puede comparar la situación de los hidalguenses con la de
los quintanarroenses, y no es que se justifique el atraso por la pobreza, pero el
contraste con Quintana Roo es drástico, donde su pujanza económica lo ha
convertido en un estado receptor de inmigrantes de todo el país.
A
pesar de que tanto Benito Juárez (Cancún) como Solidaridad (Playa del Carmen)
son dos de los municipios del país que mayores recursos propios generan, y de
que el Caribe mexicano es la meca del turismo en América Latina, su evolución
política está al nivel de la de uno de los estados más pobres del país; los
resultados en Hidalgo sólo se explican por el cacicazgo y control ejercido
durante cientos de años, en Quintana Roo, una entidad joven, estos resultados no
son como para presumirse, son una vergüenza nacional, porque se derivan de un
derroche de recursos económicos provenientes de las arcas estatales y
municipales, no de la intención ni de la voluntad de los ciudadanos, y porque
además reflejan el hastío que produce la clase política de todos los partidos,
que no le alcanzó a la oposición para ganar dignamente nada.
Muchos
de los que votaron son priistas convencidos, otros los que recibirán algún
beneficio directo, y otros los que están acomodados a un sistema de corrupción
o a la corrupción sistematizada, donde todo se puede y donde transar no tiene
consecuencias.
Más
que en ningún otro estado, el PRI, el viejo PRI, con todas sus mañas, renació
en Quintana Roo, al tiempo que los partidos de oposición se hundieron por no
asumir el papel que les correspondía, por sólo fingir ser oposición.
Y los ciudadanos, la mayoría, seguirá igual que antes del 7 de julio.
Y los ciudadanos, la mayoría, seguirá igual que antes del 7 de julio.
Para los ciudadanos, ¿Qué cambia con las elecciones en Quintana Roo?
Reviewed by NoticaribeNews
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martes, julio 16, 2013
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