Está bien que el gobierno empiece a tener miedo
Fabiola Cortés Miranda
La
cancelación del desfile del 20 de noviembre en la Ciudad de México y en muchos
estados, como Quintana Roo, es una muestra de prudencia, pero también de miedo
por parte del gobierno.
La
desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, terminó de romper la
cuerda que desde hace años estaba tensa, y ya no hay límites que pasar, porque
se ha llegado al límite; cualquiera acción puede llevar al descarrilamiento del
país y a actos más extremos de los que se han visto hasta ahora.
Los
que no protestaban empiezan a protestar, los que nunca hablaban de política
empiezan a hablar; los que no se quejaban jamás del “sistema”, se empiezan a
quejar.
Pero
tal parece que los gobiernos no se dan cuenta de la metamorfosis. Continúan creyendo
que engañan, que la gente se cree las historias de telenovelas como la de la “casa
blanca”; siguen faltándole el respeto a sus gobernados; tratando de inventar
realidades que casi nadie está dispuesto a aceptar.
En
Quintana Roo, se canceló el desfile del 104 aniversario de la Revolución
Mexicana con el pretexto de las “condiciones climatológicas”, del frente frío
número 12. Una burla más para la inteligencia hasta de un gato. No hubo ni
lluvia ni frío, más allá del que ya empiezan a sentir los gobernantes.
Es
bueno que los políticos y los gobernantes abusivos, tengan miedo, el mismo
miedo que han sentido miles de mexicanos ante la desaparición de sus
familiares, ante las detenciones arbitrarias, ante la represión, ante el
hambre, ante la pobreza, ante la incertidumbre en el futuro que sólo está
garantizado para la élite en el poder, para unos cuantos.
Muchos
queremos que los que nos gobiernan empiecen a sentir miedo, y dejen de
pensar que podrán vivir impunemente, que
podrán seguir desfalcando sin medida y sin consecuencias; que podrán salir a la
calle con tranquilidad. Muchos queremos, que por primera vez, compartan algo
con nosotros, aunque sea el miedo.
Pero
el miedo del gobierno no basta porque la reacción no llega. La reacción tras el
miedo parece ser la de la negación.
Así lo
dejan ver las pueriles explicaciones que se tejen desde la Presidencia de la República
y que terminan ahogadas en un mar de burlas e indignación, como lo provocado
por la primera dama, la actriz de Televisa, Angélica Rivera con la
justificación de la “casa blanca”; o como la idea de su esposo, el presidente
Enrique Peña Nieto de que existe una pretensión de desestabilizar el proyecto de
nación.
Y
esas reacciones absurdas de los gobiernos se están replicando en todos los
estados. En Quintana Roo, además de la cancelación por las “condiciones
climatológicas” del desfile revolucionario, el gobierno de Roberto Borge ordenó cerrar
la Universidad de Quintana Roo (UQRoo) por tres días para evitar la reunión de
estudiantes que se organizaban para protestar; el cierre de los campus de la
UQRoo se realizó con el pretexto de que las instalaciones serían fumigadas. Los
jóvenes respondieron en Chetumal, el campus principal, estableciendo un
campamento afuera de su escuela, donde colgaron una manta con la leyenda “aclaratoria”:
“no somos plaga, somos estudiantes”…
Parece que ante la completa ceguera y sordera de los gobernantes, no queda más que la reafirmación de lo que es este país, en el que cada quien se reafirma como puede, con una manta, con una pinta, saqueando una tienda o incendiando un palacio municipal.
Está bien que el gobierno empiece a tener miedo
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jueves, noviembre 20, 2014
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