Un aseador de calzado sabe más de política que los dinosaurios del PRI
Fabiola Cortés Miranda
La respuesta del bolero me deja un tanto perpleja. En un momento me contextualizo. Huejutla es Hidalgo, Hidalgo es uno de los estados más priistas, también uno de los más atrasados por su situación económica y social; y con todo ello, el aseador de calzado puede diferenciar entre un periódico con cierta independencia y uno pagado por el gobierno del estado.
Si
los políticos salieran a la calle, hablaran con la gente, y sobre todo los
escucharan, éste sería otro mundo. Y cuando digo gente, me refiero a personas
comunes, ordinarias, los de a pie. No hablo del montonal de hombres y mujeres
que rodean y envuelven a los políticos en su propio cascarón, diciéndoles sólo
lo que éstos quieren escuchar.
De
vacaciones en Huejutla, el principal
centro económico de la huasteca hidalguense, decido bolear mis botas, sucias ya
por la tierra rojiza de la zona. Subo al sillón del aseador de calzado, y él,
como casi todos los boleros lo hacen, me da de manera automática el periódico
del día: “Las tres huastecas”, en referencia a Hidalgo, San Luis Potosí y Veracruz.
Lo
hojeo, es Semana Santa y hay pocas noticias interesantes. Empiezo entonces a
platicar con el hombre que pasa una brocha con jabón de calabaza por mi
calzado, y le pregunto, cuál es el periódico más vendido, y me responde, “ése”;
“hay otro que se vende menos, pero le paga el gobierno”.
La respuesta del bolero me deja un tanto perpleja. En un momento me contextualizo. Huejutla es Hidalgo, Hidalgo es uno de los estados más priistas, también uno de los más atrasados por su situación económica y social; y con todo ello, el aseador de calzado puede diferenciar entre un periódico con cierta independencia y uno pagado por el gobierno del estado.
Seguí
platicando con el bolero, un poco sobre los diarios locales, pero mucho más
sobre su vida, sobre cualquier historia que quisiera contarme.
Termina
su trabajo, y me quedo pensando en su puntiagudo análisis sobre la prensa a la
que le paga el gobierno. Eso me lleva a pensar en el conflicto provocado por
los empresarios transportistas de Autocar y Turicun, que en una maniobra
magistral, pero ilegal, aumentaron la tarifa del pasaje y metieron en aprietos
al ayuntamiento de Cancún; y repito en aprietos; no en crisis, ni tampoco en
una encrucijada social ni política.
Pienso
también en Paul Carrillo de Caceres, el líder del PRI en Cancún, y su marcha
apócrifa contra el aumento al costo del pasaje. También pienso en el gobernador
de Quintana Roo, Roberto Borge Angulo, que en un tiempo record se exhibió como
“padrino” del incremento al transporte, aunque él y las personas que lo rodean
le dicen lo contrario, lo festejan como un estratega político, y le aseguran
que la población de Cancún lo ve como el gobernante que logró negociar con los
transportistas que bajaran de dos pesos a uno la subida de la tarifa; le dicen
que lo miran casi casi como un salvador de su economía. Pero nada más irreal
que eso. Los boletines de prensa de la Unidad del Vocero parece que cuentan
hechos de otro país, de otra realidad.
Si
el gobernador y los políticos salieran, como cualquier persona a platicar y
escuchar a los demás, sabrían lo que los otros, fuera de sus serviles
empleados, piensan de ellos y de lo que hacen…
Un aseador de calzado sabe más de política que los dinosaurios del PRI
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domingo, marzo 31, 2013
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